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Fueron 6 felices años de mi infancia, las 6 primaveras que yo pasé refugiendome en sus alas. Una mujer que ya era madre de 5 hijos, pero yo me moría de ganas de llamarla ¨Mamá¨. Y sí, era mi madre, siendo abuela,y su imagen queda impreso en mi memoría como una figura gigantesca, un ideal o tal vez un símbolo de nobleza y amor.

Siempre he pensado que era una de esas personas que no saben llorar. Aspecto algo serio que solía relfejarse en su rostro en momentos difíciles me convencía de la certeza de mi teoría. Pero ¡qué equivocado he vivido!

Cuando mi hermano y yo nos ingresamos en la Universidad, teníamos la oportunidad de verla solo los veranos. Aquellos primeros instantes de nuestro encuentro se llenaban de lágrimas mutuas, pero eran lágrimas de alegría. Pero al despedirse siempre se repetía la misma situación: sus ojos querían llorar, se mojaban pero no lo hacía ante nosotros; tercamente luchando con esas gotitas del agua salada conseguía esconder sus emociones y dolor.

¡¿Pero cuánto amor puede llevar un pequeño corazón!?. Amor que no se compite, no se divide, no se regala, sino se nace y cubre alrededor.

A fines de Mayo del año pasado, nos comunicaron que estaba gravemente enferma, contando sus últimos minutos que le quedaban en esta vida. Al día siguiente tomé avión y viajé a Perugia. Tenía presentimientos raros, algo tristes. Con impaciencia esperaba aquellos momentos cuando entraría corriendo en su cuarto y la abrazaría diciendole que todo estaría bien. Cuando llegué el salón estaba lleno de gente desconocida, esa gente rara que murmuraba algo al verme. Rápidamente pasé por el pasillo y entré en su cuarto con cara tontamente feliz pensando que mi abuela me esperaba, y me abrazaría como antes. Unos segundos mis ojos buscaban su imagen en vano, imagen de aquella mujer que siempre me parecía invencible y fuerte. De repente en una cama vi una sombra de una anciana sin vida que apenas respiraba. No pude decir nada. La sonrisa se me congeló en la cara. En aquellos momentos me había convertido en una piedra. Lo único que pasaba por mi mente era ¨Pero, cómo es posible???????¨

Salí silenciosamente, sin llorar, sin emociones,vaciado y destruido, sin fuerzas. Ni cuenta me había dado que bajé las escaleras y me senté bajo un árbol pensando en no sé qué. A las pocas horas, me he devuelto a la realidad. Ella se había ido....... Sin saber que estuve ahi, y lo que más me dolío fue eso, que se fuera de esta forma, SIN SABER QUE YO ESTUVE AHI.

Luego hubo funeral .....
Momentos difíciles......
Depresión....
....y de nuevo la realidad.
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Anoche soñé con ella: y esa misma situación, nos vamos y ella llora en silencio....
En mi vida fue una de esas mujeres que dejan huella para siempre, y tan sólo con unos recuerdos tengo que alimentarme cuando tengo sed de tanto extrañarla.